En educación sexual, los libros son sólo herramientas
Entrevista con Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Por: La Jornada 27-Septiembre-2008 (12:06 p.m.)
Tags relacionados: libros, sexualidad, educación sexual
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México, D.F. .- El avance de la educación en sexualidad depende más de los docentes que de los libros de texto, sostiene el investigador Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Básica, de la SEP. En entrevista con Letra S, Fuentes —uno de los protagonistas del diseño curricular que incluyó la sexualidad en los programas de estudio y libros de texto de primaria, en 1997— considera que para tener una educación integral en sexualidad es importante contar con maestros capacitados. “Estamos centrados excesivamente en los libros, no basta con exponer lo que dicen sino hacer trabajo intelectual sobre éstos”, dice el también ex rector de la Universidad Pedagógica Nacional. A continuación parte de la charla. ¿Por qué causa tanta polémica la educación sexual?El tratamiento del tema hace chocar concepciones muy arraigadas, la mayoría de ellas con vinculaciones religiosas. Muchos sectores conservadores la consideran una invasión al ámbito exclusivo de las familias y, en ese sentido, que limita el poder del padre. Las diferencias se reflejan en el tipo de orientación de la educación en sexualidad, por ejemplo, la política favorecida por el gobierno estadounidense, centrada en la abstinencia hasta el matrimonio. Creo que en ese sentido, con todos los obstáculos, en México hay un avance, sobre todo en material informativo. ¿Los libros de texto garantizan una mayor calidad en la educación? Por muchos avances que existan en materia de información —de libros— eso no define una política de educación sexual. Tenemos que avanzar mucho más, sobre todo en la forma y el procedimiento en que se imparte la educación. Las evaluaciones internacionales muestran que las acciones educativas que persiguen cambiar las conductas tienen un índice de éxito muy bajo. No hay indicadores para afirmar que la educación sexual que se proporciona en México ha sido exitosa.¿Cómo saber, entonces, cuál es la mejor manera de dar educación sexual?Lo que sí se ha encontrado es que los programas que tienen más éxito dentro de la escuela son aquellos en los que el maestro, o quien se hace cargo del tema de sexualidad, está capacitado no sólo informativamente, sino entrenado para manejar los temas con los adolescentes. Enseñar sexualidad no es tan sencillo como hablar de la guerra de reforma, es otra cosa, es entrar a remover temores, prejuicios —vergüenzas, por usar el término común. Otro rasgo de los programas exitosos es que el trabajo permite que los propios alumnos discutan y generen preguntas. Se tiene que dar mucho espacio a la discusión de las conductas que es importante cuidar, por ejemplo las infecciones de transmisión sexual o los embarazos tempranos. Es muy importante que exista educación sexual en los últimos grados de la primaria, pues la maduración sexual, sobre todo en las niñas, es más rápida. Pero los años críticos son los de la secundaria. Para que la educación sexual sea eficaz debe influir en las conductas.¿Cuál es el papel de los maestros en esta tarea?Estamos centrados excesivamente en los libros. En México solemos tener una idea errónea, creemos que basta con exponer lo que dicen los textos, pero hay que hacer un trabajo intelectual sobre los instrumentos de aprendizaje. Tenemos un gran pendiente de diseño y propuesta de metodologías, de materiales didácticos y de una política de capacitación de los maestros. Tenemos que decidir cómo dar una capacitación seria para todos los profesores de un golpe, o quizá optar por que en cada escuela aseguremos que uno o dos maestros de cada grado dominen el tema, no sólo en información, sino que estén apercibidos de cómo manejar las reacciones y cómo acercarse efectivamente, considerando, incluso, las diferencias culturales de cada región o comunidad. Los choques culturales son retos que los libros no pueden solucionar. Por supuesto que es importante que existan, pero son herramientas de las que no debemos esperar demasiado si no trabajamos también con los maestros. Cual es su balance sobre la disputa política en torno a la educación sexual Considero que el proceso en torno a la educación sexual se ha estabilizado. Cuando Vicente Fox ganó la presidencia había temores de una embestida más eficaz de los sectores conservadores, pero no sucedió. No veo retrocesos importantes, pero tampoco avances. La posibilidad de regresión existe. El debate de 1997 nos mostró que la secularización de la vida social —el cambio cultural— es mayor de lo que creíamos, hubo una mayor aceptación, incluso de familias de católicos practicantes que reconocían el esfuerzo de incluir la educación sexual en la currícula. Pero creo que tenemos que avanzar más, sobre todo en términos de educación efectiva, en el sentido de influir sobre conductas. Hay que pensar en el momento en que dos adolescentes se encuentran y se ponen en el umbral de una relación sexual. La educación debe ser eficaz para que ellos decidan, sí o no, teniendo en cuenta los elementos suficientes para protegerse.
Entrevista con Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Por: La Jornada 27-Septiembre-2008 (12:06 p.m.)
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México, D.F. .- El avance de la educación en sexualidad depende más de los docentes que de los libros de texto, sostiene el investigador Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Básica, de la SEP. En entrevista con Letra S, Fuentes —uno de los protagonistas del diseño curricular que incluyó la sexualidad en los programas de estudio y libros de texto de primaria, en 1997— considera que para tener una educación integral en sexualidad es importante contar con maestros capacitados. “Estamos centrados excesivamente en los libros, no basta con exponer lo que dicen sino hacer trabajo intelectual sobre éstos”, dice el también ex rector de la Universidad Pedagógica Nacional. A continuación parte de la charla. ¿Por qué causa tanta polémica la educación sexual?El tratamiento del tema hace chocar concepciones muy arraigadas, la mayoría de ellas con vinculaciones religiosas. Muchos sectores conservadores la consideran una invasión al ámbito exclusivo de las familias y, en ese sentido, que limita el poder del padre. Las diferencias se reflejan en el tipo de orientación de la educación en sexualidad, por ejemplo, la política favorecida por el gobierno estadounidense, centrada en la abstinencia hasta el matrimonio. Creo que en ese sentido, con todos los obstáculos, en México hay un avance, sobre todo en material informativo. ¿Los libros de texto garantizan una mayor calidad en la educación? Por muchos avances que existan en materia de información —de libros— eso no define una política de educación sexual. Tenemos que avanzar mucho más, sobre todo en la forma y el procedimiento en que se imparte la educación. Las evaluaciones internacionales muestran que las acciones educativas que persiguen cambiar las conductas tienen un índice de éxito muy bajo. No hay indicadores para afirmar que la educación sexual que se proporciona en México ha sido exitosa.¿Cómo saber, entonces, cuál es la mejor manera de dar educación sexual?Lo que sí se ha encontrado es que los programas que tienen más éxito dentro de la escuela son aquellos en los que el maestro, o quien se hace cargo del tema de sexualidad, está capacitado no sólo informativamente, sino entrenado para manejar los temas con los adolescentes. Enseñar sexualidad no es tan sencillo como hablar de la guerra de reforma, es otra cosa, es entrar a remover temores, prejuicios —vergüenzas, por usar el término común. Otro rasgo de los programas exitosos es que el trabajo permite que los propios alumnos discutan y generen preguntas. Se tiene que dar mucho espacio a la discusión de las conductas que es importante cuidar, por ejemplo las infecciones de transmisión sexual o los embarazos tempranos. Es muy importante que exista educación sexual en los últimos grados de la primaria, pues la maduración sexual, sobre todo en las niñas, es más rápida. Pero los años críticos son los de la secundaria. Para que la educación sexual sea eficaz debe influir en las conductas.¿Cuál es el papel de los maestros en esta tarea?Estamos centrados excesivamente en los libros. En México solemos tener una idea errónea, creemos que basta con exponer lo que dicen los textos, pero hay que hacer un trabajo intelectual sobre los instrumentos de aprendizaje. Tenemos un gran pendiente de diseño y propuesta de metodologías, de materiales didácticos y de una política de capacitación de los maestros. Tenemos que decidir cómo dar una capacitación seria para todos los profesores de un golpe, o quizá optar por que en cada escuela aseguremos que uno o dos maestros de cada grado dominen el tema, no sólo en información, sino que estén apercibidos de cómo manejar las reacciones y cómo acercarse efectivamente, considerando, incluso, las diferencias culturales de cada región o comunidad. Los choques culturales son retos que los libros no pueden solucionar. Por supuesto que es importante que existan, pero son herramientas de las que no debemos esperar demasiado si no trabajamos también con los maestros. Cual es su balance sobre la disputa política en torno a la educación sexual Considero que el proceso en torno a la educación sexual se ha estabilizado. Cuando Vicente Fox ganó la presidencia había temores de una embestida más eficaz de los sectores conservadores, pero no sucedió. No veo retrocesos importantes, pero tampoco avances. La posibilidad de regresión existe. El debate de 1997 nos mostró que la secularización de la vida social —el cambio cultural— es mayor de lo que creíamos, hubo una mayor aceptación, incluso de familias de católicos practicantes que reconocían el esfuerzo de incluir la educación sexual en la currícula. Pero creo que tenemos que avanzar más, sobre todo en términos de educación efectiva, en el sentido de influir sobre conductas. Hay que pensar en el momento en que dos adolescentes se encuentran y se ponen en el umbral de una relación sexual. La educación debe ser eficaz para que ellos decidan, sí o no, teniendo en cuenta los elementos suficientes para protegerse.
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